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Sobre el espíritu (Parte 1)

José Luis Tejeda Muñoz

Filósofo Clínico


En los artículos anteriores mencionamos que el principio más importante en los seres vivos es el de conservar la vida y que para lograr este propósito cuenta con dos categoría a través de las cuales entiende el mundo y califica sus actos, y que éstas son la fuerza y el sexo; y que en el ser humano, como ser vivo que es, estas categorías por efecto de la racionalidad a la categoría de la fuerza se incrementa el poder y a la del sexo se agrega el placer; y que el ser humano evaluará sus acciones como positivas o negativas en la medida que le permitan obtener y mantener el poder y el placer, por encima de cualquier imperativo moral o religioso; por ejemplo los seres humanos se profesan y defienden la monogamia en la teoría y son polígamos en la práctica.


Estas categorías, fuerza, sexo, poder y placer nos resultan evidentes, sin embargo ¿Sería válido explicar todo el comportamiento humano a través de estas categorías y reducirlo sólo a ellas?


Es decir, ¿Definir al ser humano como un ser vivo cuya finalidad es obtener poder, placer, fuerza y sexualidad usando su razón?


Sé que muchas personas no pueden negar estas conductas en el ser humano en general y que queda confirmada, en muchos casos en la propia experiencia, pero que en su aspecto teórico existe una resistencia a aceptarlo, tiene que afirmar la validez de los principios teóricos sobre la evidencia de la experiencia.


La cuestión entonces se centra en buscar ¿Existe algo adicional a la racionalidad en el ser humano y si existe, dónde está la evidencia?

continuará

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